PABELLÓN DE CHILE

El pabellón en 1992
Fuente: Álvaro Pinel


Arquitectos: Germán del Sol y José Cruz
Superficie de la parcela: 1789 metros cuadrados
Superficie construida: 1659 metros cuadrados
Altura máxima: 13,8 metros

El pabellón en la actualidad



 El Pabellón de Chile se encuentra en la calle Albert Einstein, antigua Avenida 4 o del Ombú durante 1992, entre la parcela que ocupaba el Pabellón del Caribe, actualmente ocupado por el edificio del ABC de Sevilla, y las parcelas que ocuparon durante la Muestra los pabellones de Rumanía, de Yugoslavia y de La Promesa.

El edificio se compone de una galería de madera de pino laminada con contornos levemente ondulantes, y cubierto por un techo de color rojizo fabricado con placas de cobre, principal mineral producido por la nación chilena. Está orientado de norte a sur al igual que el país que representó durante la Expo '92. Su arquitectura, que rompía con las formas rectas y los paralelepípedos que abundaban en las formas de los pabellones de la Expo, lo convirtió en uno de los pabellones más laureados en cuanto a su arquitectura, estando al nivel de Japón, Kuwait o la Navegación.

El pabellón en 1998, antes de su restauración
Entre los contenidos que se exponían, todas las miradas fueron acaparadas por el gran iceberg que se mostró en el interior del pabellón. Para la Muestra se decidió llevar como principal espectáculo del pabellón un iceberg antártico de 60 toneladas, proveniente de Bahía Paraíso. Éste fue transportado por partes, por el buque Galvarino de la Armada de Chile, dentro de contenedores especialmente refrigerados. Aunque la idea de los organizadores era mostrar a Chile como un país eficiente en el intercambio comercial, la decisión fue muy criticada y cuestionada debido al efecto negativo que ello conllevaría para el medio ambiente. A pesar de que en un principio se pensó que el iceberg sería lanzado al Lago de España o al Guadalquivir tras la clausura de la Muestra, finalmente los organizadores decidieron llevarlo de regreso a la Antártida.

Entre el resto de contenidos, el visitante podía entrar en "El túnel de los sonidos de Chile" donde podía escuchar las olas del mar, las voces de las gentes del país, la melodía de instrumentos autóctonos y distintos murmullos. Muchos de sus contenidos eran estanterías llenas de cajas que, mediante unas fotos y unas breves líneas, representaban distintos aspectos de su historia, cultura, industria, paisajes, etc. y podían adquirirse por el módico precio de 200 pesetas junto a un ejemplar de lapislázuli, mineral muy común en la región.

El iceberg bajaba la temperatura del pabellón a 5ºC
Tras la clausura, el pabellón sufrió reformas en su interior para acondicionarlo para sus nuevos usos y se restauró en 1999, ocasionando que la madera exterior se policromara de un tono más oscuro pero recientemente se le han aplicado tratamientos diversos que recuperaron el color original.

Hasta hace poco era sede del grupo DETEA, especializado en el campo de la construcción y la ingeniería, energía y medioambiente, pero al abandonar el edificio, se encuentra a la venta desde hace un tiempo.

2 comentarios:

Raul Tierno dijo...

ey! yo trabaje por aquí algunos meses, es tan bonito como por fuera.

Buen pabellón sin duda.

Saludos

Ingrid Quintana dijo...

¿cómo puedo entrar en contacto con el fotografo Álvaro Pineda.

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