Habían pasado dieciséis años desde que España, con Sevilla’92, se había presentado al resto del mundo como nación democrática celebrando una gran Exposición Universal. Esta vez , de nuevo nuestro país, la ciudad de Zaragoza acogía una gran muestra, en este caso de rango menor, puesto que se decide que sea de carácter especializada, dedicada temáticamente al agua. Con el lema “Agua y desarrollo sostenible”, la ciudad del Ebro se convertía en capital del mundo durante los tres meses de verano (14 de junio al 14 de septiembre) del año 2008. En el conocido como Meandro de Ranillas (a no muchos metros de la Basílica del Pilar) se dieron cita 106 países participantes en unas 25 hectáreas con el fin de solventar uno de los problemas más acuciantes de nuestro planeta: la conservación y cuidado de nuestro bien más preciado, el hidráulico.
La "mayor fiesta del agua en la tierra" (así la promocionaron) fue inaugurada por sus
majestades D. Juan Carlos I y Doña Sofía el 14 de junio, el año en que se conmemoraba
el centenario de una pequeña exposición celebrada en la capital maña en 1908
(Exposición Hispano-francesa), recordando el famoso episodio de la Guerra de
lndependencia de“Los Sitios de Zaragoza”. Al concebirse como una muestra de
carácter especializada la mayoría de participantes, exceptuando los edificios
de pabellones temáticos, se agruparon en grandes edificios-contenedor
habilitados como espacios expositivos. Por otro lado, de los grandes edificios,
pensados en su mayoría para su posterior uso en la ciudad, podemos destacar el
nuevo Acuario fluvial, un gran espacio con centenares de especies de los
principales ríos de nuestro planeta. La esbelta Torre del agua, cuyo zócalo
emula la forma de una gran gota, que se convertía en gran mirador sobre el
recinto. El Pabellón de España, recubierto exteriormente por láminas cerámicas
o el Pabellón-puente, sobre el Ebro todo un reto de la ingeniería civil a modo de
edificio sobre el cauce fluvial realizado por la prestigiosa arquitecta iraquí Zaha
Hadid. Todas estas fueron pensadas como construcciones permanentes que tendrían
un uso posterior a la clausura del certamen.
La ciudad zaragozana fue mejorada sustancialmente. Se
construyeron nuevos puentes como el monumental del Tercer Milenio (Juan José Arenas),
o la Pasarela del voluntariado (Javier Manterola), a los cuales habría que
sumar el ya mencionado Pabellón-puente, que conectaba el recinto con la otra
ribera del río. Fueron remodelados algunos espacios públicos ya
existentes como el Aeropuerto de Zaragoza o la materialización de la reconstrucción de la nueva estación de ferrocarril, la de Las Delicias. Todo ello ayudó a la
transformación de la capital aragonesa en una de las ciudades cabeza del
país.
Otro aspecto a destacar de la muestra zaragozana fue la
cantidad de espectáculos que tuvieron lugar mientras ésta duró. Desde la
Expo-noche, con su gran espectáculo de luz y sonido cada noche en las aguas del
Ebro titulado "Iceberg" hasta la cabalgata diaria creada por el Circo del sol y
que animaba cada tarde el recinto: "El despertar de la serpiente", pasando
también por el innovador "Hombre vertiente", cuyo encanto era la representación
teatral en simbiosis con la presencia del agua como elemento principal. Por
supuesto, la simpática mascota gota de agua, Fluvi, participó asiduamente en la animación de los más pequeños que visitaron el recinto.
La
herencia de la Expo.
La gran crisis económica acontecida durante el mismo año de
celebración de la muestra hizo que el plan de recuperación del recinto se
llevase a cabo con mayor lentitud de la prevista. Tras la clausura de la Expo,
muchos fueron los edificios que permanecieron cerrados, esperando los proyectos
prometidos para su transformación en activos útiles.
Es por ello que muchos años después pabellones como el de Aragón o el de España aún permanezcan cerrados y en total abandono. Otros, como el acuario han tenido mejor suerte, ya que fue concebido desde un primer momento como espacio cultural y didáctico para uso en la ciudad. La zona internacional fue adecuada para albergar, entre otras dependencias, la Ciudad de la Justicia de Zaragoza.
Es por ello que muchos años después pabellones como el de Aragón o el de España aún permanezcan cerrados y en total abandono. Otros, como el acuario han tenido mejor suerte, ya que fue concebido desde un primer momento como espacio cultural y didáctico para uso en la ciudad. La zona internacional fue adecuada para albergar, entre otras dependencias, la Ciudad de la Justicia de Zaragoza.
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