En pleno auge de la tecnología, el gigante nipón, líder en este sector, deslumbró al mundo con una Exposición donde ofrecía un panorama de la evolución tecnológica y su impacto en la vida cotidiana, haciendo que la ciencia y la tecnología fueran accesibles a las masas.
Pabellón de la empresa Sumitomo |
De esta idea nació Tsukuba '85. Esta Exposición Internacional celebrada entre el 17 de marzo y el 16 de septiembre de 1985, acogió en su recinto a más de veinte millones de personas, que pudieron contemplar la potencia tecnológica que era Japón, así como la pequeña ciudad de Tsukuba, creada dos décadas antes como centro científico pero con resultados turísticos muy pobres.
No es de extrañar que, entre los 111 países participantes en la Muestra, se incluyeran 18 empresas de tecnología puntera en la época, entre las que se encontraban gigantes como Sony, Mitsubishi, IBM, TDK, Fujitsu o Toshiba, que querían hacerse un hueco en Tsukuba para mostrar lo avanzado de sus productos.
Panorámica de la Exposición con el Jumbotron al fondo |
Al igual que ocurriría en Sevilla '92, Tsukuba también disfrutó del patrocinio de Sony con la increíble pantalla de vídeo Jumbotron. Aunque más atrasada que su futura sucesora de 1992, el Jumbotron de Tsukuba supuso un coste de 2.880 millones de pesetas y estuvo en desarrollo durante más de dos años.
Mucho de lo exhibido tuvo como objetivo desmitificar la tecnología, mostrando sus beneficios prácticos, que incluían los posibles usos en el hogar, por lo que la prensa aquejó una falta de grandes tecnologías en la exposición, que siempre tuvo más preocupación por la tecnología "de estar por casa".
Proceso de derribo de Expo '85 |
Los pabellones de Nec y Fujitsu demostraron las posibilidades de los sistemas de traducción simultánea de la época. En el pabellón de Matsuchita, un robot dibujaba del natural retratos de los visitantes. En el pabellón gubernamental de Japón, un tomatero gigante cultivado en agua y situado dentro de una jaula producía 10.000 tomates durante la exposición, así como un robot con numerosas articulaciones y la forma de un ser humano, que podía "leer" partituras musicales, desde Bach a los Beatles, y tocarlas en un órgano electrónico.
Los visitantes de la Expo 85 podían viajar en un transporte rápido elevado, un tren que flotaba sobre su vía y funcionaba mediante un sistema electromagnético. Toda la feria se encontraba conectada por un sistema de comunicaciones de fibra óptica, un sector donde las empresas japonesas marcaban el ritmo durante la década de 1980.
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