La designación por parte del BIE (Bureau Internacional Exposiciones)
de la capital lusa como sede de la Exposición Mundial de 1998, propició la
revalorización urbanística de una zona degradada al este de Lisboa. El conocido
como Olivais, a principios de los noventa era un espacio residual donde se
levantaban una refinería petrolífera, un matadero y un pequeño muelle de apenas utilidad.
Celebrar la Expo’98 en Portugal, cuyo lema fue “Los Océanos un
patrimonio para el futuro”, también era conmemorar los quinientos años de la
llegada del marinero luso Vasco Da Gama a la India (1498). Sin duda, Lisboa
tenía una gran oportunidad para relanzarse internacionalmente, renovarse y
dotarse de modernas infraestructuras que pedía a gritos desde hacía años.
Entre mayo y septiembre de 1998, Lisboa, y también, el
Parque das Naçoes, se convertían en el centro de debate de problemas tan
acuciantes como la conservación de los océanos y el medio marino. Los participantes fueron 155, entre países, empresas
patrocinadoras o provincias portuguesas. En pocos años (desde 1995 aprox.),
las 50 hectáreas del nuevo recinto fueron testigo de la construcción de obras
de ingeniería de los principales arquitectos del panorama mundial. La nueva estación de
Oriente (Santiago Calatrava), el impresionante puente Vasco Da Gama (17.300
metros sobre el estuario del Tajo), el coliseo cerrado de Regino Cruz (Pabellón
de la Utopía) o el Oceanário (Peter Chermayeff) aseguraban una muy útil
funcionalidad tras la clausura del certamen.
Desde un principio, el objetivo era el crecimiento de la ciudad
por su extremo oriental, la recuperación de un espacio en abandono y sobre
todo, la rentabilidad y conservación de los activos proyectados en años futuros.
Habiendo aprendido de los errores de su antecesora, Sevilla'92, los impulsores de la exposición lusa proyectaron un espacio donde el 80% de los activos debían permanecer (Oceanário, Zona internacional norte, Torre Vasco Gama, Pabellón Portugal), desapareciendo un mínimo de ellos que fueron proyectados con carácter temporal (Zona internacional sur, Plaza Sony, Pabellón Macao, aparcamientos, puertas de acceso...).
En la memoria del visitante quedará para siempre el recuerdo del Oceanário, auténtica estrella del certamen con sus miles de especies procedentes de los cinco mares del planeta, el espectáculo nocturno en el muelle o exposiciones tan sorprendentes como las brindadas por países como el anfitrión Portugal, Japón o la vecina España.
Además, Expo'98 fue centro de la cultura aquellos cuatro meses. Espacios escénicos como el Teatro Camoes o la Plaza Sony, con su gran pantalla Jumbotrón, fueron testigo de cientos de programaciones diarias, con los mejores artistas actuales. Por otro lado, pabellones como el de Realidad Virtual, ofrecía una increíble proyección con una tecnología 3D en gran auge a fines de los noventa, que complementaba al magno espectáculo del Pabellón de la Utopía.
Para los momentos de descanso siempre quedaron los extensos jardines García de Orta, dedicados a este botánico portugués y ornamentados con las especies más singulares de las antiguas colonias de ultramar del Imperio luso. Más al sur, el Muelle Olivais, espacio de la Expo-noche por excelencia, tuvo el protagonismo con su gran despliegue en forma de espectáculo de sonido y luz (de claros paralelismos con el del Lago de España de Expo'92).
Muchos también fueron los artistas plásticos que se dieron cita para engalanar el recinto de la Exposición. Desde autores locales como Rui Chafes o Fernanda Fragateiro al reputadísimo Roberto Matta con su mural "Haveraguas", el cual situó al norte del recinto.
El Parque Das Naçoes 18 años después.
Dentro de dos años, en 2018, se conmemorarán los veinte años del certamen lisboeta. Podríamos hacer un pequeño balance sobre el estado actual de la herencia de la Exposición de 1998, que nos revelará que la conservación del recinto y la consecución de los objetivos fue francamente positiva. Uno de los principales focos del ocio en Lisboa, es sin duda el antiguo recinto de la Exposición. Su centro comercial Vasco Da Gama, con sus comercios, y espacios para la restauración, es uno de los principales atractivos del recinto, junto con el Oceanário, Pabellón del Conocimiento o la Feria internacional de Lisboa (ubicada en el edificio de la zona internacional norte). Tener estos activos en pleno uso, con la conclusión de la última fase de la nueva zona residencial, ha propiciado que espacios como los jardines y avenidas sean reclamo principal para momentos de esparcimiento, sobre todo en fines de semana y días festivos.
Además, Expo'98 fue centro de la cultura aquellos cuatro meses. Espacios escénicos como el Teatro Camoes o la Plaza Sony, con su gran pantalla Jumbotrón, fueron testigo de cientos de programaciones diarias, con los mejores artistas actuales. Por otro lado, pabellones como el de Realidad Virtual, ofrecía una increíble proyección con una tecnología 3D en gran auge a fines de los noventa, que complementaba al magno espectáculo del Pabellón de la Utopía.
Para los momentos de descanso siempre quedaron los extensos jardines García de Orta, dedicados a este botánico portugués y ornamentados con las especies más singulares de las antiguas colonias de ultramar del Imperio luso. Más al sur, el Muelle Olivais, espacio de la Expo-noche por excelencia, tuvo el protagonismo con su gran despliegue en forma de espectáculo de sonido y luz (de claros paralelismos con el del Lago de España de Expo'92).
Muchos también fueron los artistas plásticos que se dieron cita para engalanar el recinto de la Exposición. Desde autores locales como Rui Chafes o Fernanda Fragateiro al reputadísimo Roberto Matta con su mural "Haveraguas", el cual situó al norte del recinto.
El Parque Das Naçoes 18 años después.
Dentro de dos años, en 2018, se conmemorarán los veinte años del certamen lisboeta. Podríamos hacer un pequeño balance sobre el estado actual de la herencia de la Exposición de 1998, que nos revelará que la conservación del recinto y la consecución de los objetivos fue francamente positiva. Uno de los principales focos del ocio en Lisboa, es sin duda el antiguo recinto de la Exposición. Su centro comercial Vasco Da Gama, con sus comercios, y espacios para la restauración, es uno de los principales atractivos del recinto, junto con el Oceanário, Pabellón del Conocimiento o la Feria internacional de Lisboa (ubicada en el edificio de la zona internacional norte). Tener estos activos en pleno uso, con la conclusión de la última fase de la nueva zona residencial, ha propiciado que espacios como los jardines y avenidas sean reclamo principal para momentos de esparcimiento, sobre todo en fines de semana y días festivos.
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