Arquitectos: Gilbert Barbany y Sebastián Mateli
Superficie de la parcela: 2473 metros cuadrados
Superficie construida: 6016 metros cuadrados
Altura máxima: 23,6 metros
El Pabellón de la ONCE está situado en la calle Leonardo Da Vinci, denominada como Camino de las Acacias durante la Muestra Universal, junto a la parcela que dejó libre el Pabellón de Venezuela y frente al Pabellón de Fujitsu, además de estar frente a la Puerta Aljarafe-Danone para facilitar la entrada de las personas minusválidas hasta el edificio.
El edificio fue concebido como la yuxtaposición de dos paralelepípedos acristalados, en los que se han macizado las diagonales de sus aristas. En esta unión se sitúan los ascensores y las escaleras interiores. Las fachadas y cubiertas del edificio están formadas por un doble cerramiento transparente que proporciona una excepcional luminosidad, aislante térmico y permite contemplar su interior desde fuera.
Los contenidos del pabellón, que invitaban a aprender jugando, tenían el objetivo de sensibilizar a los visitantes sobre el mundo de las personas con minusvalías. Así mismo, el edificio disponía de un servicio especial para que dichas personas no tuviera barreras en todo el recinto de la Isla de la Cartuja.
En los seis mil metros cuadrados sobre los que se levantaba el edificio no se encontraba ni una barrera arquitectónica, además de haber presentes distintos sistemas para facilitar los servicios: mensajes escritos para personas sordas, megafonía para las personas ciegas y líneas en el suelo para que los deficientes visuales pudieran seguir el recorrido.
Bajo el lema "Un mundo sin barreras", el recorrido por el pabellón comenzaba por una vitrina donde se mostraba la evolución y desarrollo del cupón, con objetos, su historia y anécdotas, así como un quiosco de venta, bombos de sorteo, etc. Varias cabinas y treinta y seis maquetas de monumentos como la Catedral, la Torre del Oro o la Torre de Pisa facilitaban a los invidentes su visita, con la posibilidad de palparlas.
Al final del vestíbulo se situaba una emisora de radio donde algunos jóvenes con minusvalías, estudiantes de Periodismo, realizaban prácticas.
Una de las principales atracciones del pabellón fue el coche oficial para los Juegos Olímpicos, con los últimos avances ideados para facilitar la adaptación de personas con discapacidad física. En esta zona también se encontraba el "Eurotaxi", diseñado para que las personas con minusvalías pudieran utilizar este servicio sin ningún tipo de barreras.
A continuación, una serie de experiencias invitaba al visitante a participar en el mundo de los sentidos, pudiendo desde aprender a utilizar otros sentidos cuando se carece de alguno hasta realizar deportes como el baloncesto en silla de ruedas.
El recorrido continuaba en la primera planta, dividida en cinco zonas expositivas, donde se mostraba la "casa sin barreras" o la inserción laboral del minusválido en sociedad. A continuación, se mostraba la explicación del sistema de lenguaje braille y los ordenadores con escáner que leen y traducen directamente el lenguaje braille.
Uno de los espacios que gozó de mayor éxito en el pabellón consistió en un recorrido urbano denominado el "Juego de Mortadelo y Filemón", donde el visitante, con unas gafas que impedían la visión y un bastón, sorteaban obstáculos de la vida diaria: coches, motos, señales de tráfico, papeleras, quioscos, etc. El objetivo de este juego era el de enseñar a superar las barreras que normalmente el minusválido se encuentra en la calle.
Los contenidos del pabellón, que invitaban a aprender jugando, tenían el objetivo de sensibilizar a los visitantes sobre el mundo de las personas con minusvalías. Así mismo, el edificio disponía de un servicio especial para que dichas personas no tuviera barreras en todo el recinto de la Isla de la Cartuja.
En los seis mil metros cuadrados sobre los que se levantaba el edificio no se encontraba ni una barrera arquitectónica, además de haber presentes distintos sistemas para facilitar los servicios: mensajes escritos para personas sordas, megafonía para las personas ciegas y líneas en el suelo para que los deficientes visuales pudieran seguir el recorrido.
Bajo el lema "Un mundo sin barreras", el recorrido por el pabellón comenzaba por una vitrina donde se mostraba la evolución y desarrollo del cupón, con objetos, su historia y anécdotas, así como un quiosco de venta, bombos de sorteo, etc. Varias cabinas y treinta y seis maquetas de monumentos como la Catedral, la Torre del Oro o la Torre de Pisa facilitaban a los invidentes su visita, con la posibilidad de palparlas.
Al final del vestíbulo se situaba una emisora de radio donde algunos jóvenes con minusvalías, estudiantes de Periodismo, realizaban prácticas.
Una de las principales atracciones del pabellón fue el coche oficial para los Juegos Olímpicos, con los últimos avances ideados para facilitar la adaptación de personas con discapacidad física. En esta zona también se encontraba el "Eurotaxi", diseñado para que las personas con minusvalías pudieran utilizar este servicio sin ningún tipo de barreras.
A continuación, una serie de experiencias invitaba al visitante a participar en el mundo de los sentidos, pudiendo desde aprender a utilizar otros sentidos cuando se carece de alguno hasta realizar deportes como el baloncesto en silla de ruedas.
El recorrido continuaba en la primera planta, dividida en cinco zonas expositivas, donde se mostraba la "casa sin barreras" o la inserción laboral del minusválido en sociedad. A continuación, se mostraba la explicación del sistema de lenguaje braille y los ordenadores con escáner que leen y traducen directamente el lenguaje braille.
Uno de los espacios que gozó de mayor éxito en el pabellón consistió en un recorrido urbano denominado el "Juego de Mortadelo y Filemón", donde el visitante, con unas gafas que impedían la visión y un bastón, sorteaban obstáculos de la vida diaria: coches, motos, señales de tráfico, papeleras, quioscos, etc. El objetivo de este juego era el de enseñar a superar las barreras que normalmente el minusválido se encuentra en la calle.
Tras la Muestra Universal, la ONCE se instaló en la Cartuja aprovechando su propio pabellón y, actualmente, el edificio alberga a la Fundación ONCE, Ilunion, al gigante de la electrónica Ericsson, Canon, además de otras empresas tecnológicas.
Interior del pabellón en 1992 (Sup.) y en la actualidad (inf.) |
Este edificio presenta un aspecto prácticamente igual al que lucía durante 1992, excepto por la presencia del logotipo de la Fundación ONCE en sus laterales y el cambio de color de azul a rojo que han sufrido las estructuras triangulares metálicas que soportan la cubierta superior del techo.
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