¿Dónde comer en la Expo?

Según los datos de la Expo, en todo el recinto había 302 concesiones de restauración entre restaurantes, cafeterías, bares, quioscos, unidades móviles de comidas y bebidas, carritos... En el interior de los pabellones había 63 restaurantes más, junto a 21 bares y 5 cafeterías. Datos que remarcaban la amplísima oferta gastronómica en la Exposición: desde los múltiples quioscos de bocadillos y bebidas hasta los más selectos restaurantes de cinco tenedores como el Mathias Rex del pabellón húngaro, pasando por los puestos de helados de 'La Ibense', 'La Gazpachería' donde se podía pedir un vaso de un litro de gazpacho por 1.000 pesetas o los quioscos de Napy y Bouquet repartidos por toda la Exposición donde comer un plato combinado por unas 900 pesetas.

Los precios asequibles del pabellón de Cruzcampo
aseguraban el lleno
Aún así, debido a los altos precios generalizados, que se incrementaron a partir del verano con ofertas del tipo "come solo por..." y menús familiares, el protagonista de la Expo fue el bocadillo y la lata de bebida traídos de casa, que se dejaban ver en cantidades en cada banco, jardín y pérgola del recinto y perseguidos en los controles de las entradas a la Muestra, ante la queja de los restauradores. Sea como fuere, en el recinto de la Expo se unía toda la gastronomía mundial en apenas 215 hectáreas. Podías degustar la auténtica pasta italiana, el sushi japonés, un auténtico breakfast británico o el plato más típico de cada comunidad autónoma española sin salir de la Cartuja.

La oferta gastronómica era tan variada
como pudieras imaginar

Para los amantes de la buena mesa, destacaron los restaurantes del pabellón de España, conformado por 25 restaurantes de todo el país que iban rotando para ofrecer la variedad gastronómica del país por unas 8.000 pesetas el menú. Por el pabellón pasaron restaurantes tan célebres como El Bulli de Ferrán Adriá. Así mismo, La Dorada en el pabellón de la Navegación ofertaba todo tipo de pescado frito y marisco, colgando el cartel del "completo" gracias a su gastronomía mediterránea, que el visitante extranjero venía buscando en la ciudad. Por otro lado, el primer premio gastronómico de la Muestra fue para el restaurante del pabellón de Francia, seguido por el del País Vasco, en los que no hubo ni un día en el que quedara una mesa libre.

El restaurante del pabellón de Cruzcampo, que contaba con la cervecería más grande de Europa, se posicionaba como la elección ideal para degustar la gastronomía típica andaluza junto a una jarra fría de cerveza, casi siempre amenizado por un coro rociero, una banda o una tuna. Hasta 250 camareros servían a las casi 1.000 plazas del local y se consumían unos 7.000 litros de cerveza al día. El 5 de septiembre se servía la cerveza 1 millón, que se producía en la misma fábrica instalada en el pabellón.

Una pizza podía costar entre 725 y 3.000 pesetas

Entre los más jóvenes triunfó la opción de la comida rápida: El Kangaroo Pub ofrecía carne asada y hamburguesas típicas de Australia, la cadena Telepizza tuvo dos restaurantes en el recinto o el Old El Paso, que ofrecía burritos y platos típicos mexicanos en el mismo borde del Canal.

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