Bruselas '58. La exposición de la era atómica

La Exposición Universal de Bruselas de 1958 tuvo lugar del 6 de julio al 29 de septiembre de 1958 en Bruselas, capital de Bélgica, en un sector al norte de la ciudad, conocido como Heysel. 

Fue la quinta y última Exposición Universal que ha vivido Bruselas, después de las de 1888, 1897, 1910 y 1935.

Vista general de la Exposición desde el Atomium



Propuesta originalmente para 1947 y aplazada inicialmente para 1955, la Exposición Universal de 1958 se erigió sobre la antigua Exposición Internacional de 1935, aumentando la superficie original de 152 ha hasta 200 y aprovechando numerosos edificios de la misma. Con su tema dedicado al progreso y la humanidad, la exposición puso al ser humano en el corazón del evento, a diferencia de exposiciones mundiales anteriores.

El hecho de haber sido la primera Exposición Universal celebrada después de la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los aspectos más importantes para Bruselas '58: los gobiernos de los aliados de Europa Occidental (EEUU y la antigua URSS), aprovecharon la ocasión para demostrar sus éxitos de posguerra, mientras que los países del Eje (Alemania, Japón e Italia) vieron en ella una oportunidad de limpiar su imagen en el marco mundial.

La Guerra Fría, el comunismo... Lo más destacado entre la grandiosidad característica en una Exposición Universal, fue la tensión evidente entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que utilizaron sus respectivos pabellones para promover sus regímenes políticos en alza.
Para ello, EEUU quiso tratar, entre otras cuestiones, los problemas sociales que habitaban entre la población estadounidense, incluida la segregación, por lo que chocaron con los intereses de los colectivos tradicionales del país. Mientras tanto, la URSS aprovechó la Muestra como medio de propaganda de los adelantos tecnológicos soviéticos: por ejemplo, una muestra de usos de la energía atómica con fines pacíficos por los soviéticos contrastaba con el uso de la potencia nuclear por Estados Unidos "para la destrucción de la humanidad", además de novedades tan recordadas como el satélite Sputnik o el lanzamiento al espacio de la famosa perrita "Laika".


El "Atomium" en la actualidad
Aparte de las rivalidades culturales en plena Guerra Fría, la Muestra Universal fue notable por la variedad de productos científicos presentados, entre ellos, una audio-enciclopedia, un diccionario electrónico, queso pasteurizado, una cinta magnética capaz de transmitir millones de caracteres en pocos segundos y una máquina postal que podía clasificar miles de cheques en 15 minutos.

Pero el verdadero símbolo de aquella Exposición, y que aún perdura como testigo de aquel evento, es el famoso Atomium de Bruselas: Al igual que la Torre Eiffel para París o la esfera bioclimática para Sevilla, la estrella de la Exposición de Bruselas recayó sobre la obra de André Waterkeyn: el "Atomium", un modelo gigante de una molécula de acero de 102 metros de altura que representaba un cristal de hierro aumentado 165 millones de veces. Curiosamente, el Atomium de Bruselas corrió la misma suerte que la Torre Eiffel, puesto que su vida era efímera y se pensaba desmontar al cierre de la Muestra.


Interior del Pabellón de España, premio al mejor pabellón de la Muestra
España en Bruselas '58

No todo el protagonismo recayó sobre las dos potencias mundiales del momento: EEUU y la URSS. España, un país autárquico en plena dictadura sorprendió al mundo entero con un pabellón a la altura de la Exposición, compartiendo protagonismo con el mismísimo Pabellón de Philips diseñado por Le Corbusier.

Más discreto que la obra de Corbusier, el diseño español de Corrales y Molezún era una intervención mucho menos llamativa y acorde con el lema de la exposición, apodada "la exposición de las cubiertas" por el gran número de diseños estrambóticos y escultóricos que poblaban el recinto. Pese a esto, nuestro pabellón fue galardonado con el Primer Premio de la Exposición y es recordado como uno de los mejores diseños españoles del pasado siglo.

Estado actual del Pabellón de España en Bruselas '58
A la finalización de la Muestra, el pabellón "hexagonal", como se le conocía por el diseño hexagonal que proliferaba en sus formas, fue desmontado y trasladado hasta España en 1959, con el objetivo de situarlo en la Casa de Campo de Madrid y que una institución pública lo ocupara pero, la realidad fue otra y poco después el edificio quedaba abandonado a su suerte hasta nuestros días.

En 1991 se realizó un simulacro para su recuperación y se pidió a los propios arquitectos que lo levantaron, José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, un proyecto para la recuperación del pabellón, que no se llegó a efectuar ante la falta de medios económicos para llevarlo a cabo, ocasionando que, en la actualidad, el pabellón ya "no tenga posibilidad de restauración", en palabras del mismo Corrales, ya que "habría que tirar el edificio y reconstruirlo nuevamente".

Bruselas 58 años después

La zona que ocupó el recinto de la Exposición Universal de 1958 es uno de los sectores más transitados de la ciudad. Tras la exposición, esta zona tuvo una segunda vida y en la actualidad presenta infraestructuras como hoteles, un palacio de congresos, un estadio de fútbol e, incluso, el parque más grande e importante de Bruselas, el Parc de Laeken. En el centro de esta zona y cortando en dos el recinto, el Boulevard du Centenaire recuerda como era la principal avenida de esta Muestra Universal, donde se levanta el gran "Atomium", justo en el cruce del bulevar con la Avenue de l'Atomium, en honor a este símbolo del país.

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